¡Voy a 190!

El tipo de conducta de riesgo y la cantidad de riesgo que se está dispuesto a asumir tampoco está repartido uniformemente en la población. Las diferencias sexuales en aversión al riesgo, en particular, parecen ser importantes. Los hombres son más propensos a participar en deportes de riesgo, son más vulnerables a la pornografía, son mayores “buscadores de sensaciones” y toman decisiones financieras más arriesgadas. Y también son más amantes de la velocidad.

En el fondo de estas diferencias está la selección sexual, que como siempre tiene dos partes: elección femenina y competencia entre machos. Tener éxito en conductas arriesgadas correlacionadas a menudo con la producción de testosterona realmente puede suponer una ventaja reproductiva: “Tomar riesgos proporciona una señal honesta sobre la capacidad del hombre para hacer frente a una variedad de peligros ambientales de los que es capaz de salir ileso”. Pero todo esto también puede acarrear consecuencias trágicas y extensas.

El perfil del conductor del tren Alvia siniestrado este miércoles en Santiago, que por lo visto llegó a alardear en las “redes sociales” por su gusto por la velocidad, difícilmente podría haber sido femenino. Si se confirman todos estos detalles, su detención subraya un conflicto permanente entre la aversión al riesgo típicamente baja de algunos hombres y las instituciones sociales que son típicamente aversas al riesgo, como los organismos que regulan el tráfico de los vehículos. Se trata, en el fondo, de normas diseñadas para poner a raya nuestras pulsiones darwinianas que no están bien ajustadas con la vida moderna.

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